Apareciste cuando más lo necesitaba,
cuando las lágrimas brotaban de mis ojos sin freno, cuando nadie podía animarme...
pero llegaste tú, como si nada, nunca habíamos hablado y sin embargo, te preocupaste por mí, por una completa desconocida y, ¿sabes lo que ocurrió?
Hiciste aparecer una sonrisa en mi boca más grande y brillante que nunca podrías imaginar.
Fue tu empeño en hacerme sonreír, fueron tus palabras la que me calmaron, y el cariño
que transmitías sobre ellas, hicieron recobrar lo que nunca tuvo que haberse ido,
mi felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario