viernes, 25 de enero de 2013

¿Quién dijo que se necesitaban alas para volar? 
¿Quién dijo que nunca podrías tener en frente a una estrella del espacio?
¿Quién dijo que una luz muy brillante te puede dejar ciego?

La última, no la cuestiono. La luz de tu sonrisa ciega mis ojos.
La estrellas se juntan formando constelaciones en tu mirada y tus brazos rodeando mi cintura
son los que me llevan al cielo.

Sonarán muy cursis estas líneas, pero, ¿te has parado a analizar tus sentimientos?
Piensa en cómo te sientes cuando te mira, y sin motivo alguno, te sonríe. Te quedas pensando en que tiene una sonrisa preciosa, después preguntas qué pasa y te responde que eres el motivo de su sonrisa. Sin darte cuenta ya estás sonriendo. Crees que el momento no puede mejorar, pero siempre consigue ser mejor, no sabes cómo lo consigue, pero cada día que pasas con esa persona se convierten en uno de los mejores de tu vida. 
Recuerda ese momento en que se encuentra detrás tuya y rodea tu cintura con sus brazos, apoyando su barbilla en tu hombro, dándote un ligero beso en el cuello y apareciendo en ti ese pequeño escalofrío por el contacto de sus labios sobre tu piel. ¿Qué sientes en ese momento? Unos lo llaman cosquillas en el estómago, otros mariposas, y finalmente, un zoológico en tu interior. Es verdad, siento como miles de mariposas recorren mi estómago, siento que mi sonrisa va siendo más y más grande a cada segundo que pasa, y cuando me giro para poder verte frente a frente, es mirarte a los ojos y decirme a mí misma: No le pido más a la vida, ya lo encontré.

Si sientes, o has sentido esto alguna vez, entenderás que detrás de cada línea que escribas pensando en alguien especial, es un sentimiento por cada letra.

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